“Don
Juan sostenía que nuestro mundo, que creemos ser único y absoluto, es
sólo un mundo dentro de un grupo de mundos consecutivos, los cuales
están ordenados como las capas de una cebolla. Él aseveraba que aunque
hemos sido condicionados para percibir únicamente nuestro mundo,
efectivamente tenemos la capacidad de entrar en otros, que son tan
reales, únicos, absolutos y absorbentes como lo es el nuestro.
Don Juan me explicó que para poder percibir esos otros reinos, no sólo hay que desear percibirlos, sino también poseer la suficiente energía para entrar en ellos. Su existencia es constante e independiente de nuestra conciencia, pero su inaccesibilidad es totalmente una consecuencia de nuestro condicionamiento energético. En otras palabras, simple y llanamente a raíz de este condicionamiento estamos compelidos a asumir que el mundo de la vida cotidiana es el único mundo posible. (Castaneda, El Arte de Ensoñar, 1994)”
Don Juan me explicó que para poder percibir esos otros reinos, no sólo hay que desear percibirlos, sino también poseer la suficiente energía para entrar en ellos. Su existencia es constante e independiente de nuestra conciencia, pero su inaccesibilidad es totalmente una consecuencia de nuestro condicionamiento energético. En otras palabras, simple y llanamente a raíz de este condicionamiento estamos compelidos a asumir que el mundo de la vida cotidiana es el único mundo posible. (Castaneda, El Arte de Ensoñar, 1994)”
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